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Parada 4- Los Toneles

Carles Garrigós Navarro, Celia Soriano Escuder, María Ruiz Torres, Carla Natividad Alcover

 

“Antes de llevarme a la cama, la China quiso que la invitara a una ración de caracoles en los Toneles. Íbamos caminando los dos por la calle Ribera y la chica, haciéndose la fina, se colgó de mi brazo como una señorita enamorada pero al entrar en la tasca los Toneles se encontró con que en la barra estaba el luchador Blasco mordiendo una albóndiga con el diente de oro”.

 

OCIO EN LA VALENCIA DE LOS AÑOS 50 Y TEXTOS

 

A pesar de las circunstancias de aquella época, Valencia gozaba de distintos lugares de ocio a los que acudir. Podíamos encontrar bares, donde los típicos clientes eran los estudiantes, tascas, cafeterías, chocolaterías que también ofrecían horchata con “fartons”, etc. Además, en la Valencia de los años 50, también podíamos encontrar salas de baile y salones de postín.

Una de las zonas de ocio de Valencia era el barrio Ruzafa, en concreto, el Paseo Ruzafa que iba desde la plaza del ayuntamiento hasta la calle Játiva, se peatonalizó acompañado de farolas y naranjos, por el año 1989

Las cafeterías que se encontraban en la plaza del Caudillo, y en general, las de sus alrededores, estaban repletas desde que se abrían hasta que se cerraban. La clientela de estas era bastante variada, pero la mayoría eran valencianos y forasteros que acudían a ellas para hacer tratos comerciales o tomarse alguna copa o refresco antes de entrar o después de salir de algún espectáculo.

Uno de los famosos locales conocidos en el barrio de Ruzafa, que la gente solía frecuentar bastante sobre los añoso 50 era Barrachina, el cual tenía distintos establecimientos destinados a salones de banquetes, venta de jamones y ultramarinos, heladería y una amplia cafetería que se caracterizaba por sus comidas rápidas. Actualmente, los establecimientos Barrachina, emblemáticos para Valencia, se encuentran cerrados.

 

Otro sitio emblemático era Casa Balanzá. Esta, junto a Barrachina y cafetería Lauria, eran los lugares de encuentro que la gente de la época solía frecuentar, y también era uno de los puntos de encuentro en la plaza del ayuntamiento. Se encontraba en la confluencia de la calle Ribera y Paseo Ruzafa. Posteriormente de ser cafetería, los dueños decidieron abrir una sala de juegos recreativos que permanecieron abiertos hasta el año 2005. En ese año, la finca en la que se encontraba fue sometida a una reforma integral. Las reformas que ha sufrido durante los últimos 30 años, han provocado que pierda el encanto que anteriormente había tenido.

 

Este establecimiento (Casa Balanzá) tenía competencia cercana, como ya hemos dicho antes, con las cafeterías Lauria y Hungaria. Ambas disponían de grandes cristaleras, luces de neón, espejos y barras americanas, con decorativos y llamativos elementos que por las noches provocaban un aire cosmopolita al Paseo de Ruzafa. Este barrio era muy bullicioso, sobre todo, a la salida de los cines y de los teatros que había por la zona.

Lauria estaba situada en la esquina de Barcas con Pascual y Genís, ofrecía a sus clientes veladas musicales. La Hungaria tenía un público mayoritario de mujeres bien vestidas que pasaban la tarde y merendaban en un local de incuestionable honorabilidad donde el café con leche lo servían, como dicen sus antiguos clientes, “los camareros de toda la vida”, que eran expertos profesionales que conocían perfectamente el genio, gusto y manías de la clientela fija.

 

Otro de los bares emblemáticos de Valencia situados en la calle Ruzafa eran Los Toneles, este bar se situaba y se sitúa actualmente cerca de la plaza de toros. Fue inaugurado en 1944 y caracterizado por su famoso bocadillo de calamares. La decoración del local mantiene intacto su espíritu primigenio.

 

Al final del Paseo Ruzafa también podíamos encontrar los famosos Billares Colón, donde se celebraban algunos de los campeonatos de España de esta modalidad. Los hombres solían frecuentar este lugar para jugar. Billares Colón lo podíamos encontrar en los bajos de una finca neomudéjar construida por el arquitecto Vicente Alcayne Armengol y se caracterizaba por una fachada de rombos de ladrillo.

En esta misma finca se encontraba también el Café Colón que ofrecía conciertos selectos y también, en la primera planta se encontraba un comercio de mantillas y labores de ganchillo.

 

Algunas fotos:

 

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